sábado, 2 de mayo de 2009

Rubaiyyat,Omar Hayyam


Dando un repaso a mi discreta colección de libros de poesía, ladeada la cabeza, arrodillado, leo: Rubaiyyat. Con el índice lo empujo hacia mí, por enésima vez. Calculo a ojo la mitad para no tropezarme con el prólogo. Debo a Omar Jayyam (o Hayyam) innumerables miradas perdidas y unas cuantas sonrisas al vacío. Lo que escribió puede leerse en un par de horas, pero para el lector atento ese dos sólo es el término inicial de una progresión aritmética.
Todos los poemas tienen una extensión idéntica: cuatro versos. Se leen rápido, en un suspiro casi, pero en muchos se presenta una especie de efecto Doppler mental (miradas perdidas), en el cual el poema se entiende a posteriori (sonrisas al vacío). Esto retrasa la lectura del siguiente poema o, a veces, la pospone hasta el día siguiente. (En los espacios de Minkovski esa variable k del efecto Doppler es medible: k=((1+v/c)/(1-v/c))^1/2. Como la velocidad del pensamiento dista bastante de c, a pesar de los científicos del s. XIX, se puede despreciar v/c, con lo que k es igual 1, y k*t=t, luego no hay variación temporal. Esto demuestra que lo del efecto Doppler era una metáfora.)
Kayyam trata los temas de siempre. Si hay alguien que no sepa cuáles son esos temas que lea a Kayyam. No se le escapa nada.
Propone breves y bellas ontologías:

Somos la única meta del Universo.
Somos la esencia de la mirada de Dios.
El círculo del mundo se parece a su anillo.
No hay duda de que nosotros somos su sello.

Reniega de las ontologías:

Amigo: ¿De qué te sirve preocuparte con el origen del ser?
¿Por qué maceras tu alma con pensamientos ociosos?
Vive feliz. Pasa tu tiempo alegremente.
No te han pedido tu opinión para construir lo que existe.

Postula el antiguo hallazgo de atender al presente, muy de moda ahora en ciertos grupúsculos New Age:

Mi ración de existencia ha volado en escasas horas.
Se deslizó como el agua en el río, como el viento en la estepa.
Hay dos días que jamás me perturban:
El que habrá de venir y el que se ha disipado.

(El soneto XIII de Lope dice:

Engaño es grande contemplar de suerte
toda la muerte como no venida,
pues lo que ya pasó de nuestra vida,
no fue pequeña parte de la muerte.
Con excepción se dio, puesto que es fuerte,
de morir el vivir, mas ya vencida
no deja que temer, si prevenida
mientras vivimos, en morir se advierte.
Al que le aconteció nacer, le resta
morir; el intervalo, aunque pequeño,
hace la diferencia manifiesta.
La muerte, al fin de cuanto vive dueño,
está de dos imágenes compuesta:
el tiempo, antes de nacer, y el sueño.)


Expone experiencias místicas:

No veo la manera de unirme contigo.
No sé vivir un instante separado de ti.
No puedo hablar con nadie de la pena que sufro.
¡Oh sabroso dolor, meta ardua, pasión dulce!

Desprecia el misticismo:

Lo mejor es que abandones tus estudios y rezos.
Abrázate a una novia que despierte en ti el éxtasis.
Escancia en tu copa la sangre de los racimos
Antes de que las horas derramen la tuya.

Se extraña de la existencia:

Primero me dio el ser sin consultarme
Y el hecho de existir me arrojó en el asombro.
Después me hace abandonar el mundo a disgusto
Sin dejarme adivinar con qué intención me puso aquí abajo.

Trata el amor y la melancolía:

A nadie le ha sido prometido un mañana.
Mantén en la dicha tu alma nostálgica.
Bebe el vino en el claro de luna, mi amor, que la luna,
Brillará muchas veces sin volver a encontrarnos.

Defiende las virtudes del vino:

Levántate y llena tu copa, muchacho,
Con un vino añejo. Mañana
Buscarás sin jamás alcanzarla
Esa brizna de ser que fue tuya en tu nada.

Podría seguir, pero no es cuestión de copiar el libro. Acabo citando los que me sé de memoria:

Antes de ti y de mí existían las noches y los días
Y giraba la cúpula del cielo.
Todo rincón del mundo donde posas tu planta
Fue un día la pupila de una hermosa doncella.

Si estás ebrio permanece en tu gozo.
Si besas a una novia prolonga ese instante
Y si el destino del mundo es la nada,
Supón que no existes y goza a su lado.

Supón que se hayan cumplido todos tus deseos: ¿Y después?
Figúrate que han acabado tus días: ¿Y después?
Presume de que has sido feliz durante cien años: ¿Y después?
Imagina que te esperan otros cien años:¿Y después?


Ese cántaro era un hombre que sufría y amaba
Y suspiró por los cabellos de una joven beldad.
Esta asa que contemplas agarrada a su curva
Era un brazo ceñido alrededor de una novia.


Las otras facetas de este genio se pueden consultar en la siguiente página: http://es.wikipedia.org/wiki/Omar_Jayyam. Por si alguien no se toma la molestia de abrirla: Un asteroide y un cráter lunar llevan su nombre. También se llamaba Omar Hayyam el hotel en el que me hospedé en Bengasi cuando tenía 4 años, cosa que descubrí recientemente en una foto atrapada como marca páginas en un libro infantil. En otro lugar encontré que, en su día y a partir de una versión inglesa, lo tradujo el señor Jorge Guillermo Borges, que tuvo un hijo ilustre.

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