viernes, 1 de mayo de 2009

Navegando a solas por la habitación, Billy Collins


William A. Collins tendrá en el 2011 setenta años. En este libro, que es una antología de su obra, se incluyen poemas de 5 de sus libros. Como antología creo que es extensa. Lo he leído como un libro de teatro, no como uno de poesía. La razón principal es ésta: Exceptuando el ritmo (aunque cualquier oración tiene ritmo y no es, por ello, un verso) utiliza poco los recursos poéticos, en cambio hay bastantes recursos dramáticos. Tiene ideas obtusas sobre el paréntesis anterior, y los versos se suceden un tanto aguados, como el regular coffee, que amarga al final. El conjunto de los poemas perfila un personaje, no un hombre; al menos uno tiene la esperanza de que así sea.
El tono de los poemas tampoco es novedoso: ha sido bastante común en la poesía americana desde Truman hasta Clinton. Collins añade una nota de humor que anima a seguir adelante. Utiliza un lenguaje claro de monólogo, y es una virtud en este caso. Hay algunos poemas que divierten, pero los mejores son los que escribe en el escenario del dolor, de notable interés. Afina en los finales, y regala al lector la sorpresa o la sugerencia de terminar el poema. Inventa un mecanismo desconocido para que la vasta geografía que se nombra no resulte evocadora (por este motivo retomé el libro y escribo, ahora, este parecer). Acabando: éxitos moderados y puntuales. No toca la gran poesía, pero los milagros, ya superada la era mesiánica (creo), se sabe que son escasos. Interesante libro para actores con casting a la vista y lectores que se inician en la lectura de versos (los principiantes, por regla general, tienen una idea equivocada del mundo que han abierto). Se lee mejor que se recuerda.

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