miércoles, 22 de abril de 2009

Dublineses, James Joyce.


Antes de adentrarse en el laboratorio de Ulises y en el centro de operaciones secretas Finnegans Wake, este irlandés dejó unas obras para todos los públicos: Dublineses y los otros. Nació Joyce en un suburbio de Dublín en el 82 del XIX. Su infancia conoció las reivindicaciones de Parnell, la aplicación de la Home Rule, el inicio de los problemas en el Ulster, la consolidación del movimiento feniano… Unas décadas después de la gran hambruna Irlanda todavía no aplacaba la enorme emigración. La considerable miseria de las calles de Dublín se atenuaba con las ansias feroces de independencia. Joyce creció en este ambiente convulso. Su padre acabó siendo un borracho, y él, más tarde, tantearía el atributo. Estudió con los jesuitas, pero no quiso postrarse ante el lecho de su madre cuando ésta recibía la extrema unción. Como Bernhard, Ibsen, Rimbaud, Ronsard, Lautreamont… fue un rebelde. Tuvo la tremenda suerte de querer estudiar Medicina en París. El conocimiento de otros mundos impidió que Dublín se lo tragara durante los primeros veinte años del siglo XX. Empieza a escribir Dublineses después de su viaje a la capital francesa (1904) y lo termina diez años después. Este libro incluye quince cuentos, y todos ellos tienen en común su ubicación: la ciudad natal de Joyce. En su gran mayoría los relatos son estáticos, fotográficos. Sin embargo, cabe resaltar que todo lo que encontramos en estas fotografías se encuentra a la misma distancia. No existe el desenfoque del fondo sobre el que destaca un personaje, una idea. En este sentido parece pretender la objetividad de un periodista, profesión que deseó. Otra de las cosas destacables es su particular sentido del avance del relato. Las acciones se suceden con la misma lógica que en Flaubert, Balzac o Zola. Pero a la vez hay una premeditada y continua omisión de pasos intermedios, como si los párrafos contuvieran una suma de esas zancadas en el aire que dan los atletas de triple salto después del último apoyo. Esto da una sensación de velocidad o/y de vuelo, no sé concretar. Cuando se percibe, uno se siente orgulloso de estar leyendo a Joyce. Todos los cuentos encajan, presentan una unidad inamovible. Quizá los menos buenos son los dos narrados en primera persona.

Mención aparte merece el último de la colección: Los muertos. Respecto de los otros cuentos, da la sensación de ser anterior o posterior. Es el más extenso. También el más magistral (en el género, no en el estilo). Cada vez que lo leo me da que son dos cuentos diferentes, agrupados, en algún momento, por el autor. Pero no encuentro nunca la fisura que lo delate, aunque tenga esa forma ancestral de los relojes de arena y sepa uno, claro, dónde buscar. Es probable que sean dos actos de una obra de teatro malograda. El final tiene trazas románticas sublimes, y es una batalla entre el deseo y sentimientos menos acuciantes (y quizás más profundos, recordando una frase de Goethe) como el amor, el pasado. Una vez hice un trabajo sobre Joyce. Tuvo una vida difícil. Su mujer le suplicaba que dejara de escribir por el bien de su progenie. (Una hija suya sufría esquizofrenia. Jung estaba seguro de que él (Joyce, por supuesto) también, pero sabía bucear, decía el psicoanalista.) Acabó casi ciego, y como ocurriera con Nietzsche, amigos suyos acabaron copiando lo que él dictaba. El enorme Samuel Beckett le hizo de secretario antes de recibir el Nobel. No me cansé leyendo de nuevo este volumen. Un cuento cada día al lado de un café a eso de las tantas era una cosa buena. Sigo viendo la literatura como una forma de energía. La dosis que salió de la pluma de Joyce ha cambiado ya bastantes de mis días, como habrá ocurrido con muchos de sus lectores. Bastaba este libro para no ser olvidado, pero quiso dejar algo para otras civilizaciones: Durante un tiempo escribió un libro que tituló Ulises.

1 comentario:

Meho Kodro Busquets dijo...

A mí no me gustó nada, oiga, y acabo de dejar constancia de ello en mi blog. En cualquier caso, es muy interesante el suyo. Enhorabuena, continue así.